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Charly García en el Gran Rex: igual que el otro, este Carlos también suena cada día mejor
El ícono del rock nacional brindó un show impecable en la avenida Corrientes.
Charly GarcÍa volvió al Gran Rex y estuvo a la altura de su historia. (Martín Bonetto)
Poco a poco, teatro a teatro. Como si se tratara de probar varias veces las firmeza del piso antes de dar el paso siguiente: así llegó este Charly García Lange modelo 2018, después de haber pasado por el Caras y Caretas -en tiempos que ya son como otra era- y el Coliseo, a un Gran Rex repleto, ansioso y expectante, que estalló en una ovación cuando la voz de García anunció: "Buenas noches. Comienza La Torre de Tesla". Y todo comenzó. "Acabo de llegar, no soy un extraño..."
Claro que no. Si hay alguien que no nos resulta extraño, ese es Charly García. Y mucho menos a esta altura, que es uno de los argentinos con más resurrecciones acreditadas.
Y ahí va, con su voz que canta y habla de "los magos, los acróbatas, los clowns" de Instituciones, y su mano derecha acaricia el teclado y Rosario Ortega hace su parte, en eso de auxiliar a García cuando los tonos se ponen complicados.
García conduce una banda eficaz. (Martín Bonetto)
Y uno se pregunta qué tendrán que ver esos personajes que Charly retrató en 1975 con los centennials que lo cantan a viva voz aquí y ahora.
No alcanza con entender que se trata de una leyenda viva, ni que hablamos de un tipo que, como alguna vez sintetizó Luis Alberto Spinetta, "bajó a los infiernos, se cagó a palos con los demonios y volvió vivo".
Y mucho menos, con esa idea morbosa de que cada show puede ser el último. Probablemente eso fue más verdad en el 93 -por elegir un año entre muchos posibles- que ahora.
Hay algo más que todo eso, y quizás ni valga la pena preguntarse qué es.
Rosario Ortega, una voz que siempre suma, y que complementa a la de García. (Foto: Martín Bonetto)
Cerca de la revolución pone de pie al Gran Rex. A todo el Rex, porque la platea nunca estuvo sentada.
"Buenas noches", saluda Charly, mientras el sonido va buscando su punto justo en combate contra algunos empastes y ruidos raros, y el Zorrito Fabián Quintiero le abre paso desde su teclado al solo de Kiuge Hayashida.
La máquina de ser feliz suena y hay clima de fiesta. La máquina de hacernos feliz está de nuevo en funcionamiento y dispara dardos que dan en el blanco.
King Kong, Lluvia, Rezo por vos. Y de pronto un bombazo: Fax U se va transformando en el punto más alto hasta el momento, a medida que García la rockea con la guitarra.
"Adoro la teletransportación", canta, mientras Kiuge deja de tocar como para que veamos que los milagros son posibles, y que el jefe toca la viola como hace rato no se lo veía.
Kiuge Hayashida; el guitarrista cumplió de manera impecable con su tarea. (Foto: Martín Bonetto)
Bailarinas del Reich danzan en la pantalla y los versos y el riff de Otro cortan el aire: "En la primera hora me dieron el papel, la concha de la lora ahora lo tiene él/ Por eso yo ya quiero otro, otro, otro", y uno piensa que quizás no esté tan mal que Random tenga tanta nominaciones para el Gardel.
Volumen, graves y agudos en su punto justo para Reloj de plastilina, que dice eso tan lindo de que "si el tiempo no es amigo, no existe más".
"Rompan todo", bromea Charly, pero también anticipa lo que nadie imaginaría. Pasa Rivalidad, mientras la enorme torre de Tesla que ocupa el centro del escenario emite rayos.
Y otra vez García: "Con esta canción, empezó mi decadencia". Yendo de la cama al living. A buen entendedor...
A Charly se lo vio de buen humor. (Martín Bonetto)
Una más: "Este es mi primer éxito en los Estados Unidos. Todavía no pasó".
"¡Vamos, Charly!", le gritan.
"¿Adónde vamos?", responde, y suena In the City That Never Sleeps, cuyo recuerdo rápidamente es devorado por esa enorme canción que es Asesíname.
La banda de Say No More, agradecida. El dueño de casa canta que se siente mucho mejor, enseguida suma Promesas sobre el bidet y completa con Demoliendo hoteles.
El riff es un coro de 3.200 voces, el Zorro baila en una pata y le pone una garra que contagia y Charly marca el final. Telón.
Incondicional. El Zorro Quintiero le puso teclados a la noche, y mucha mucha garra. (Foto: Martín Bonetto)
La espera es tranquila; sabemos que va a volver y ya no aplica tanto eso de cantar para demostrarle al artista cuánto queremos que eso pase.
Y pasa.
Los dinosaurios nos pone frente a lo peor de nuestro pasado más reciente y No importa frente a una de las muchas partes oscuras de nuestro presente. Como siempre desde hace más de una década y media, Carlos González y Toño Silva sostienen todo desde la base.
Entonces sí, lo que nadie hubiera imaginado sucede y el autor de aquel "rompan todo" famoso se hace persona sobre el escenario.
"No saben cuánto me ayudó", presenta García a Billy Bond, y se despachan con una versión de Loco, ¿no te sobra una moneda? que sacude una vez más al Rex.
Y todavía faltan Fanky y Nos siguen pegando abajo (pecado mortal), fuera de programa.
Buena señal. "La torre de Tesla" parece emitir ondas favorables para Charly. (Foto: Martín Bonetto)
"La torre de Tesla" emitió ondas favorables para García. (Martín Bonetto)
El final lo pone el público, a telón cerrado, con un enganchado de fogón que incluye El fantasma de Canterville, El día que apagaron la luz y alguna que otra más, antes de cerrar la lista con el clásico "Si esto no es aguante, ¿el aguante dónde está?".
Y a juzgar por lo que vemos, el aguante está en ese hombre que hizo que nuestras vidas tengan una banda sonora maravillosa
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