LA DEUDA

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    Y aquí estan, estos son... los protagonistas!





































     
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    ¡Cuántos personajes! :clapp: :clapp: Me gusta, me gusta! jaja

    Mi Rafis! :wub:
     
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    (me emocioné con Thomas jajaja)
     
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    Aaaaaaaaahhhhhhhhhhhhh!!! Me encantaron los personajes... la que mucho no me cierra es Emma, pero ya es cuestión de piel, jajajaja!
     
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    LA DEUDA

    Introducción





    Horrible. Acababa de hacer algo horrible. Una de esas cosas de las que vas a arrepentirte toda la vida. Una de esas cosas que pudiste evitar… aunque no las vieras venir. Pudiste evitarlo, solo con no haber sido tan estúpida. Tan impulsiva. Tan imprudente.
    Uno de esos errores que traen consecuencias, y consecuencias no solo para ti misma, sino para otras personas. Personas inocentes que se ven afectadas por tu estupidez.
    En resumen, se había mandado una cagada. Una suprema cagada. O al menos asi la denomino al principio, cuando después de un buen rato detuvo el auto a un costado del camino, para intentar serenarse, porque ya no podía seguir conduciendo en ese estado. Habia hecho una cagada… y ahora? Pensaba en las consecuencias que pudiera tener, y le temblaban las manos.
    Su padre iba a matarla… y para rematarla, la muy zorra de Janice iba a quedar como la buenita y victima de todo este asunto. Ella iba a cargar con todas las culpas y se iba a llevar todas las recriminaciones, y la muy puta asentiría y diría “Ves? Yo te lo dije Brian, esta chica está fuera de control!”, mientras agitaba sus manos rematadas de relucientes y largas uñas esmaltadas de rojo. Uñas de zorra, claramente. Como toda ella, rubia platinada, vulgar…
    No entendia como su padre se había enredado con ella. O si… Los hombres solian enredarse con tipas fáciles y vulgares, porque solo pensaban con su miembro, en vez de con su cerebro. Y hasta ahí podía entenderlo. Pero casarse con ella? Eso había sido demasiado! Y era algo que nunca iba a aceptar, ni en mil años. Que hubiera reemplazado a su madre por esta advenediza, cuando aún no llevaba un año de muerta.
    Siete meses… Siete meses que la habían enterrado, cuando la trajo por primera vez a la casa y se la presentó como su nueva novia. Y solo uno mas para que la instalara allí, y le pusiera un anillo en el dedo.
    No le llevo mucho comprender al situación. Era evidente que ya llevaban un tiempo de relación. Un tiempo largo. Lo que significaba que ya la tenia de amante en vida de su madre.
    Y por Dios que si hubiera sido otro tipo de mujer… hasta le habría comprendido. Su madre llevaba enferma cinco años cuando murió, de una enfermedad degenerativa que la fue minando poco a poco. Los tres últimos, prácticamente postrada. Podia entender a su padre en ese aspecto. Era joven, apuesto y vigoroso. Por mucho que amara a su madre (de eso no dudaba), tenia necesidades y no solo físicas, lo comprendía. A veces, vivir en esa casa, viendo como su madre se deterioraba día a día, era muy duro. Entendia que de vez en cuando necesitara un escape. Si ella misma se sentía igual! Amaba a su mamá., pero de vez en cuando necesitaba salirse de la casa, aunque fuera por una noche. Salir con sus amigas, o hacer una pijamada. Reirse, beber a escondidas, olvidarse un poco del triste panorama que encontraría al regresar a casa.
    Asi que… entendia a su padre, no era eso. Y hasta entendia que buscara ahogar sus penas y necesidades en una tipa básica y vulgar, como contrapartida a la mujer que amaba y que estaba perdiendo poco a poco. Bella, educada, inteligente y dulce. Una verdadera dama…
    Pero traer a esa vagabunda a su hogar, pretender darle el título de… novia? Ya eso era un insulto a la memoria de su madre. Casarse con Janice, y pretender que ella estuviera de acuerdo y la aceptara como madrastra con una sonrisa? Era inconcebible.
    Habia puesto el grito en el cielo, y seguiría haciéndolo hasta que esa zorra saliera de su casa con el rabo entre las patas.
    Pero de eso ya hacia un año… y allí seguía. Instalada y haciéndole la guerra, día tras día.
    Ahora… o mejor dicho cuando esto se supiera, le habría dado un arma perfecta para indisponerla con su padre.
    No podía… no podía darle el gusto. Tenia que ocultar esto. Despues de todo… tal vez… tal vez no había testigos, tal vez… tal vez no era tan grave. Solo un mal momento, solo…
    De todo eso había tratado de convencerse a si misma, mientras buscaba refugio en casa de Beverly, su mejor amiga. Hasta que había visto las noticias. Y entonces la cagada, la soberana cagada, dejo de ser tal, para transformarse en algo horrible. Para tomar categoría de tragedia. Una horrible tragedia, de la cual ella era la responsable.




    ----------------

    Bueno, y ahí arrancamos! Con un poquito de drama para variar, pero tendrá sus momentos de risas, I promise ;) Espero que les guste y me acompañen en este nuevo desafío. Gracias a todas! ^_^
     
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    (primeraaaaa que emocion! Dime qué hizo! Jajaja)
     
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    Empieza con problemón ya :jiji: me encanta el drama, cuánto mas mejor jajajajaja

    Ya quiero saber cómo sigue!!!!
     
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    Capítulo 1


    Union City, Nueva Jersey, 5 de junio...



    -No, no, no! Sueltame!
    Maureen se debatió entre sus brazos, pero la abrazó con mas fuerza, estrechándola contra su cuerpo, y apretando su virilidad contra su pelvis.
    -Vamos… Solo un poquito, no seas asi…-suplico besándola en el cuello.
    -Contigo nunca es un “poquito”… -suspiró cerrando los ojos y haciendo un verdadero esfuerzo- En serio, Will… Se nos va a hacer tarde…
    -No vamos a perder ningún avión… Salir ahora o dentro de una hora… que mas da?
    La miró de cerca, sonriéndole lo mas seductoramente que pudo. Vio la duda en sus ojos y se dijo que había ganado, cuando ella sonrio. Sonrió con esa boquita de corazón, rosada y llena, que lo volvia loco. Se estaba inclinando para morderla, anticipando lo que venia, cuando…
    -Mamiiii!!!
    Los dos se quedaron suspendidos, en una posición bastante incómoda. Maureen echada hacia atrás y Will casi sobre ella… Se miraron por un segundo con la frustración pintada en el rostro, que luego dio lugar a un gesto resignado.
    -El deber me llama…
    -Si, eso parece.-contestó frunciendo el ceño.
    Se incorporaron y ella le dio un rápido beso, antes de salir trotando del cuarto. Por debajo del corto camisolín, sus redondos y suaves glúteos asomaban a medias, y Will ladeo la cabeza viéndola partir y suspirando.
    Todavia debía ducharse, solo que ahora lo haría con agua fría, para bajar sus ansias insatisfechas. Esta vez casi lo habían logrado, casi…
    Tener sexo a plena luz del día, algo impensado cuando tienes un niño de cuatro años, que dice que mami es su novia y la reclama a toda hora.
    Ya no recordaba cuando había sido la última vez que simplememente se habían dejado llevar, sin importar la hora, si estaban solos o no, si la puerta estaba abierta, si Tommy estaba bien dormido…
    Pero no se quejaba. Tommy era lo mejor que le había pasado en la vida…
    “Y Mau… Sin ella, Tommy no habría sido posible, y… mi vida sería totalmente distinta. Una mierda de vida, como era antes…”, pensaba mientras se enjabonaba vigorosamente bajo la ducha.
    Maureen había sido un milagro que le había cambiado la vida, y Tommy la consumación de una vida casi perfecta. El porque del “casi”… era algo que no iba a recordar en este momento. No quería que nada estropeara este día, no iba a permitirlo.
    “Y ni deberías pensar en esos términos… Tienes una vida perfecta, no te quejes. Aun cuando debamos hacer malabares para tener sexo…”
    Sonrió, relajado y feliz. Si, estaba feliz, que demonios. Iba a ser un gran día… y el comienzo de una gran quincena.
    En un rato mas, una vez que todo estuviera listo, se irían de vacaciones. Y eran sus primeras vacaciones “reales” desde… bueno, calculaba que desde su luna de miel.
    “Que tampoco fue la luna de miel que nos merecíamos, pero…”
    Hasta donde podía recordar, no habían tomado verdaderas vacaciones desde aquellos cuatro días en New York, después de una boda sencilla e íntima. No podían permitirse mas, pues su economía estaba mas que ajustada. Los sueldos de profesores no son tan elevados como para bodas fastuosas o viajes de ensueño. Menos, si estás pagando una hipóteca. Menos si ya tienes un hijo en camino.
    De eso, ya hacia casi cinco años. Y uno mas desde que vió a Maureen por primera vez, en el campus de la escuela…


    Toda la mañana había escuchado hablar sobre ella. O mejor dicho, cada vez que entraba a la sala de profesores. Y no había prestado mayor atención a los comentarios, porque no era la primera vez que escuchaba a sus compañeros hablar de una mujer o volverse medio babosos ante una nueva profesora o administrativa, sin contar con alguna madre recientemente divorciada. Tampoco es que fueran maniáticos sexuales, pero a decir verdad sus parámetros de belleza no eran demasiado elevados y cualquier pollera mas o menos agraciada, les parecía fascinante. No era que él se sintiera nada especial, pero sus gustos eran bastante diferentes, asi que comentarios como “la viste? Es impresionante!”, “esa chica no es de este mundo”, “un bomboncito, que curvas!”, no eran algo que lo impresionara. Es mas, ni siquiera le causaba curiosidad. Venia de salirse de una relación medio densa, y además estaba atravesando uno de esos períodos en que las finanzas y las relaciones familiares se complotaban para estar como la mierda al mismo tiempo. En resumén, que tenia la mente en cualquier parte, menos en pensar en mujeres. Asi, la nueva profesora de educación física de la escuela paso desapercibida para él por unos cuantos días, hasta que un comentario le llamó la atención. Fue el que provino de la boca del señor Paige, el viejo profesor de Química.
    -Has visto a esa joven, William?-le dijo mientras ambos corregían notas y daban cuenta de sendas tazas de café.
    -No, no he tenido el gusto.-habia contestado distraídamente.
    -Pues deberías levantar la cabeza un poco de tus papeles y echarle una mirada.
    Eso le había llamado la atención. Paige era un hombre que estaba casi en la jubilación. Pero además de mayor, era mesurado, correcto, y muy educado y culto. No era el tipo de comentario que esperabas de un hombre asi.
    -La verdad… he estado ocupado.
    -Insisto. Hazte un momento, date una vuelta por el campus, y conoce a esa muchacha. No te vas a arrepentir.
    No había dicho mas que eso, ni él había querido preguntar, pero lo cierto es que le pico la curiosidad, aunque no quiso reconocerlo.
    Se encontró yendo hacia allí, diciéndose a si mismo que solo era el trayecto hacia el estacionamiento, aun cuando nunca tomaba ese camino.
    Distraidamente (o eso intentó que pareciera) paseo alrededor del campus, donde alumnas que reconoció como del tercer curso, estaban tomando su clase, o mas precisamente, escuchando una charla. Estaban sentadas en círculo y en medio de ellas… estaba un ángel.
    Poco a poco fue aminorando la marcha, ya olvidado de que intentaba ser disimulado, para admirarla mejor. Hasta que al fin se detuvo, se acodó en una de las vallas que rodeaban la pista de atletismo, y se quedó viéndola fijamente.
    El viejo Paige no se había equivocado, no se arrepentia ni un poco de haber ido hasta allí. Y tampoco se habían equivocado todos los demás, al menos esta vez. Esta vez, era verdad. Era una belleza.

    Si de algo debía darle gracias a la naturaleza, era de haberle dado un rostro medianamente agradable (muchas dirían que era mas que eso, pero no se lo creía ni un poco), porque de no haber sido por eso, probablemente nunca hubiera llegado a ella, ni a ninguna otra mujer. Era un tipo retraido por naturaleza, de pocas palabras. Pero eso que a un hombre poco agraciado le hubiera valido el mote de aburrido o poco interesante, en un tipo agradable a la vista, se llamaba “misterio”. Y eso le había valido al menos un par de conquistas difíciles, y muchas de las otras. Pero tampoco era un Don Juan ni mucho menos. Apenas un tipo con relaciones normales para alguien soltero y de su edad. Y a veces ni siquiera eso. Mas bien era bastante solitario… cuando podía darse ese lujo.
    Pero con ella… las cosas habían fluído naturalmente. Desde esa tarde, cuando Maureen advirtió que sus alumnas no le prestaban atención y miraban a través de ella, cuando se dio la vuelta y sorprendio a ese hombre que la miraba desde las vallas. Bien pudo haberse sentido molesta, o invadida, o pensar que era un acosador o algo. Después de todo, no lo conocía. Sin embargo, solo sonrió. Y allí amigos, el circunspecto Wiliam perdió la partida sin ni siquiera presentar batalla. Le devolvió la sonrisa, y hasta hizo la cosa mas estúpida… la saludo con la mano, provocando las risitas de todo el tercer curso. Pero lejos de preocuparse porque para ese mediodía seria la comidilla de todo el alumnado, se sintió en las nubes cuando ella correspondió al saludo, aunque mas tímidamente. Entonces ella le dio la espalda y el hechizo se rompió. Tuvo la suficiente cordura para salir de allí de manera digna, y tratando de no pensar que había hecho el papel de idiota. Aunque si lo había hecho, poco le importaba. Porque ella le había sonreído, y eso era una buena señal.
    Luego hubo un par de encuentros en la sala de profesores, una presentación formal, y a partir de allí era casi normal encontrarse en algún momento del día laboral, compartir una taza de café, hablar de trabajo… Hasta que hubo aquella fiesta de despedida para la señorita Gardiner, la profesora de matématicas que se casaba y se mudaba a New Hampshire con su esposo. Allí confluyeron por primera vez fuera del ámbito escolar. Relajados, como si se conocieran desde siempre, rieron, hicieron bromas, bailaron y se encontraron charlando hasta por los codos en la terraza de la casa de Gardiner.
    Para cuando la fiesta termino, y se ofrecio a llevar a Maureen a su casa, ya estaba perdidamente enamorado. Era una tontería, claro, pero era lo que sentía. Nunca una mujer, ni siquiera alguna chica en la adolescencia, le había deslumbrado de esa manera. Algo dentro suyo le decía que ella era la indicada, la que había estado esperando, aún sin buscarla.
    El beso en la puerta del apartamento fue natural, el que abriera la puerta fue natural, y el que se metiera dentro fue natural. Nunca ninguno de los dos se cuestiono si había sido demasiado pronto, si iban demasiado rápido. Eran adultos, se gustaban y hacían lo que sentían.
    El comienzo de la convivencia fue rápido y agradable, solo un par de meses después. Y el embarazo… Bueno, eso si que fue una sorpresa. Eso si que los había sacudido, aunque mas tarde ambos reflexionaran en que tal vez, lo habían buscado inconscientemente.
    El compromiso y la boda fueron casi simultáneos, con dos semanas de diferencia apenas. Y ya estaba… Ya eran una familia formal, esperando a su primer hijo, que seguro no sería el último.
    Recordaba claramente lo que esa boda había provocado en su familia. Asombro, indignación… palabras que no correspondían (como era habitual) y que hicieron que los mandara al diablo y no quisiera que asistieran. Solo los buenos oficios de Maureen habían logrado que no cortara de una vez y para siempre su relación con ellos. Aunque de todas formas, se había mantenido distante por bastante tiempo.
    Hasta que nació Tommy y tímidamente, ellos comenzaron a acercarse nuevamente. Solo que esta vez… había puesto límites. Esta era su familia, su “verdadera” familia de sangre, y no quería interferencias de ningún tipo. No esta vez…



    De aquello, hacia mas de cuatro años. Y ahora, mientras cerraba la llave de la ducha, y buscaba la toalla, pensaba que no se podía ser mas feliz. Que nunca en toda su vida se había sentido tan pleno. Después de algún tiempo de zozobra económica, se habían estabilizado, y francamente… ni había sentido esa zozobra. Apenas la inquietud natural de sus nuevas responsabilidades como esposo y padre. Pero todo lo había atravesado con alegría, con esperanza. Porque la tenía a ella a su lado, y porque juntos habían hecho la cosa mas maravillosa del mundo: un hijo.
    Al fin, despúes de todos estos años, podían tomarse un respiro. Unos días de vacaciones cerca del mar, un relax bien merecido, sin apremios económicos, sin tener que pensar si era mejor destinar ese dinero a arreglar el techo, o a adelantar algo de la hipoteca. Al fin… todo parecía en su sitio.
    Se quedó viendo su propia imagen en el espejo del baño. Se veía feliz, si señor…
    -Vas a quedarte viéndote mucho mas, o te puedes maquillar fuera?
    Pegó un respingo y se volvió. Maureen estaba apoyada en el marco de la puerta y lo miraba con gesto risueño. Ni siquiera había escuchado que la puerta se abriera, tan absorto como estaba en sus pensamientos.
    -No estabas apurado? Y hace una hora que estás aquí dentro.-le recriminó.
    -Bueno, lo siento… Es que este cuerpo necesita atención, mi querida señora.
    Dicho lo cual, dejó caer la toalla que llevaba anudada a la cintura. Miranda sonrió y se tapó los ojos.
    -Ya basta… Deja de exhibirte. Tampoco es para tanto.
    -Ah no?-de un rápido movimiento, la enlazó por la cintura y la apretó contra su cuerpo- No es lo mismo que dices en la cama…
    La joven se abandono por un momento a la sensación placentera de sus besos. Adoraba cuando la besaba en el cuello. Aún ahora, después de todos estos años, le hacía sentir mariposas en el estómago. Y no era lo único que sentía, claro…
    -Papi?
    Orlando abrió los ojos, pero no se movió. Mirando sobre el hombro de su mujer, pudo ver a su pequeño hijo, aún en pijamas y parado en la puerta.
    -Y ahora que hacemos?-murmuró ella en su oído.
    -Hola campeón!-y luego mas bajo- Tú te apartas, y yo me doy la vuelta lo más rápido posible, y… lo sacas de aquí?
    -De acuerdo…
    Hubo un rápido y sincronizado movimiento, tras el cual Maureen tomaba a su hijo en brazos y Orlando intentaba recuperar la toalla. No había mas remedio que dejar sus posaderas al aire, pero era preferible que el niño viera eso, que el estado de su parte delantera.
    -Papi…
    -Si, cielo?-dijo tapándose apresuradamente y con una enorme sonrisa.
    -Abrigate, te vas a enfermar…
    -Si, eso haré. No te preocupes.
    Maureen tuvo que reprimir la risa, y solo le guiño un ojo antes de marcharse.
    Se quedó viendo el hueco de la puerta, sin dejar de sonreir. Si… esto era la felicidad.
    Y continuaba teniendo esa misma sensación, un par de horas después, cuando tomaron la carretera. Miranda puso una canción que al niño le gustaba, y los tres cantaron por un rato. Casi como esas familias felices que ves en los anuncios de TV. Eran jóvenes (bueno, él no tanto), estaban sanos y eran felices. Que mas se podía pedir?
    “Nada… No quiero nada mas que esto, por el resto de mi vida…”

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    Awww, que linda familia! Todo es perfecto en la vida de Will...
     
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    Ay, qué monoooos ^_^

    A ver cuanto le dura la felicidad :jiji: jajaja
     
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    (seee perfecto....)
     
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    Capítulo 2


    A kilómetros de allí, en una enorme casa en las afueras, se vivía un clima muy diferente…
    Emma cerró los ojos con fastidio, intentando que la voz de Janice no le taladrara el cerebro. Cosa casi imposible…
    Gritaba, mientras la perseguía por la sala y ella intentaba llegar a la escalera.
    Lo único que deseaba era ir a su habitación, cerrarle la puerta en las narices y echarse a la cama. Coño, le dolía la cabeza!
    -Esto no es un hotel, Emma!
    No debió. No debió detenerse en seco, ni siquiera contestarle. Era una tontería… pero no pudo. Se volvió como una flecha, sacudiendo los zapatos que llevaba en la mano, frente a su cara.
    -No necesito que me digas que esto no es un hotel…-siseó- Lo tengo muy en claro. Sabes por que? Porque es mi casa!
    Janice no se arredró ante su actitud, y se limito a sonreír irónicamente.
    -Te encanta hacer eso, verdad?
    -Que cosa?
    -Decirme cuantas veces puedes… echarme en cara… que esta es tu casa, y no la mía. Pero sabes que? Por si no te has enterado, estoy casada con tu padre, Emma. Eso cambia todo, si? Eso hace que esta… también sea MI casa-meneó un dedo frente a sus ojos, mientras remarcaba la frase.
    Emma se contuvo… Contuvo el instinto asesino de asestarle un mordiscó en el dedo y arrancárselo. Porque esta mujer le producía impulsos asesinos, no podía evitarlo. Pero claro que no lo hizo. Era una señorita educada, racional, no una loca. Ni tampoco una callejera venida a mas como era ella, o ya se hubieran trenzado de las mechas en mas de una oportunidad. Por suerte tenia algo de auto control y no dejaba que las cosas pasaran a mayores.
    Pero para Janice, ese silencio pareció otra cosa. Imagino por un momento, por un sublime momento, que al fin había logrado cerrarle la boca a la mocosa consentida. La había dejado sin palabras! Y eso, la envalentonó un poco más.
    -Es mi casa también!-repitió- Y si no me respetas a mi, al menos respeta a tu padre. Que él no se encuentre aquí en este momento, no significa que puedes hacer lo que te venga en gana!
    -Déjame en paz …-suspiró, y se dio la vuelta.
    Pero Janice no estaba dispuesta a dejarla a ir, no señor. Iba a ponerle los puntos a esta niña de una buena vez. Se interpuso en su camino, con los brazos en jarra.
    -Adonde crees que vas?
    -A mi cuarto, muévete…
    -No, querida. No te vas a ir a ninguna parte. Esta vez, me vas a escuchar.
    -Yo no tengo nada que escuchar! Sal de mi camino, Janice!
    -Nada de eso! No te vas a ir de aquí hasta que no me escuches!
    -Bien…-dijo tratando de controlarse- Entonces habla de una vez… Quiero ir a mi cuarto a dormir, me duele la cabeza. Que quieres?
    -Es lógico que te duela la cabeza… Cuanto tomaste anoche?
    -Que?- se asombró, y lanzó una risita nerviosa –Que mierda te importa?
    -Por supuesto que me importa! Emma, tienes idea de que hora es?! Estuviste fuera toda la noche! No atendías tu móvil, y he estado desesperada pensando que podía pasarte!
    -Tú? Desesperada por mi?- se echó a reír- Por favor… No intentes ponerte en papel de madre, porque no te queda.
    -Porque no me dejas.
    -Dejarte?... Dejarte?! Mira…-dijo tratando de dominar su furia- Podrás haberte metido en la cama de mi padre… Podrás haber logrado que te pusiera un anillo en el dedo… Pero, reemplazar a mi madre? Estas loca?!
    -Deja de menospreciarme, Emma! Y sería bueno también que bajaras un poquito a tu madre del pedestal!
    -Mi… madre…-volvió a sisear- se merece un pedestal… y mucho mas… y ten mucho cuidado con siquiera insinuar otra cosa.
    -No necesito insinuar nada… Sé lo que tu padre me ha contado… se lo que vi, Emma…
    Y empezó a sonreír A sonreír con ese aire de suficiencia que la sacaba de quicio. Y si bien siempre lograba controlarse cuando la molestaba, una cosa era meterse con ella… otra muy diferente que lo hiciera con su madre muerta.
    -No es un secreto para mi que te metías a la cama de mi padre, cuando ella aún vivía, Janice. Que eran amantes…-le lanzó con toda la dignidad que pudo –Y esa es la categoría que siempre tendrás ante mis ojos, no pretendas ser otra cosa.
    -Que sabes tú? Que sabes de nada! Crees que tu padre quería ser infiel? De verdad crees eso? Tu madre era una enferma Emma, y tu padre un hombre normal! Y por si todavía no te enteras, los hombres tienen necesidades! Ella no lo satisfacía, por eso me busco! Al final ni siquiera la amaba, le tenía lástima, eso es todo! Soporto hasta que murió para al fin estar con quien realmente amaba, que era yo! Yo soy la mujer de su vida, aunque a ti se te revuelva la tripa!
    -Mujer de su vida?!- estalló- Tú no eres mas que una puta con suerte!
    Los ojos de Janice se abrieron todo lo que sus largas pestañas postizas le permitieron y abrió la boca sorprendida.
    -Como… me llamaste?
    -Puta… Puta, puta!-gritó ya sin control.
    El bofetón la sorprendió. Fue rápido, fuerte y sin aviso. Así como la sorprendió su propia respuesta. Le devolvió el golpe con el puño cerrado. También rápido y sin aviso. Y evidentemente fuerte, porque envió a Janice al suelo, tomándose la mandíbula.
    -Estas loca!! Eres una loca!-empezó a llorar su querida madrastra a los gritos.
    Y antes de darse cuenta, ya tenia un zapato en la mano y lo alzaba amenazante. Por Dios que se lo habría dado por la cabeza, de no ser por el absoluto gesto de terror que Janice puso, mientras se tapaba la cabeza con los brazos. Eso la detuvo, brazo en alto, y mas allá de la mujer caída a sus pies, vio de pronto su reflejo en el espejo de la sala. De verdad esa era ella? Los pelos revueltos, la boca crispada de furia, los ojos casi enloquecidos. Y el gesto amenazante, como si fuera una de esas callejeras que se toman de los pelos frente a todos. Eso parecía… todo eso, de lo que todo el tiempo acusaba a Janice.
    Bajó la mirada hacia ella, que seguía tirada en el suelo. Janice tenía el maquillaje corrido por las lágrimas, y gemía como si le hubiera roto los huesos. Hasta que pesco su mirada, y notó que ya el arrebato de furia había pasado, la adivino asustada o al menos avergonzada, y se dijo que era su momento de atacar.
    -Tu padre va a enterarse de esto, Emma! No te la vas a llevar de arriba esta vez, me oíste? Le diré que me llamaste puta y me golpeaste… Le diré que quisiste matarme!-casi aulló.
    Y ella no supo que hacer… salvo escapar. Alejarse de Janice para no montar en cólera nuevamente, y quizás entonces, hacer aquello de lo que iba a acusarla. Alejarse de esa casa, que sin su padre dentro, solo era un sitio donde tropezar y enfrentarse con esa mujer día a día, minuto a minuto. Y ya no lo soportaba… La odiaba. La odiaba tanto!
    Echó a correr y cruzó la puerta del frente escuchando como Janice gritaba a sus espaldas.
    -Adonde vas?! Vuelve acá!... Emma!! Vuelve acá!!
    Pero no se detuvo. Rodeó la casa y fue directo al garaje, a subirse a su deportivo rojo, el mismo que había estacionado hacia apenas un rato. Echó los zapatos al asiento del acompañante, y lo puso en marcha, saliendo marcha atrás, derrapando sobre la grava del camino de salida. Hasta que alcanzó el sendero que llevaba a la ruta, metió los cambios con rapidez y aceleró a fondo, dejando una nube de polvo detrás.
    Aceleró a fondo, si. Ignorando el dolor que los pedales le ocasionaban a sus pies desnudos. Lo único que deseaba ahora, era alejarse de allí lo mas rápido posible, antes de ceder a la tentación de volver a la casa y hacer algo terrible. Se sentía desbordada, desgraciada, sola… Los ojos se le llenaron de lágrimas, y empezó a limpiárselas con el dorso de una mano, furiosa consigo mismo por ser débil, por llorar como niñita. Pero no lograba controlarse, y el llanto se hizo mas fuerte. Apenas podía ver a través de sus lágrimas cuando llegó al cruce de caminos.
    Para cuando se dio cuenta de lo que pasaba, ya era tarde. Apenas había visto una sombra a su derecha, cuando dobló a toda velocidad para tomar la ruta. Apenas se dio cuenta que esa sombra era un auto que circulaba por la misma, y que hizo una maniobra arriesgada para no chocar en la mitad del suyo.
    Zigzagueo un poco, tratando de dominar su vehículo y lanzando un grito, hasta que logró controlarlo y mantenerse sobre el camino.
    A sus espaldas, hubo un ruido fuerte. Echó una mirada por el espejo retrovisor y solo vio una gran nube de polvo, allí atrás en la banquina.
    Al parecer había sacado a ese auto del camino… Lo había tocado? Habían llegado a chocar? Todas esas cosas rondaban por su mente, mientras seguía apretando el acelerador, como si sus piernas fueran por un lado y su cabeza por otro.
    Anduvo así por unos minutos, y luego al fin… ya no podía seguir. Se dio cuenta que estaba haciendo eses por la cinta de asfalto. Tuvo que hacer un verdadero esfuerzo para bajar la velocidad, y salirse del camino. Hasta que logró detener el auto… y soltar otra vez el llanto. Lloró sin consuelo durante unos segundos, y lo hizo por varias razones. Por la maldita de Janice. Por su papi al que amaba mas que a nada en este mundo y al que estaba perdiendo por esa perra. Por su mamá muerta, a la que necesitaba tanto… a la que extrañaba tanto.
    Al fin logró calmar el llanto, pero le seguían temblando las manos.
    “Dios… Que cagada has hecho Emma… Y mas de una…”
    Casi con temor, se dio la vuelta para mirar atrás. No se veía nada en el camino , nada ni a nadie. Que había sido del auto con el que casi chocara?
    “Casi?... No estés tan segura…”
    No veía que viniera tras ella…
    “Y si aparece? Si vienen a recriminarte que te cruzaste como una loca y casi provocas un accidente… que vas a decir?”
    Porque… “casi” lo habría provocado, verdad?
    Siguió mirando atrás por unos minutos, sin ver absolutamente nada. Y si de verdad había provocado un accidente? Si había lastimado a alguien?
    “No… Solo los quitaste del camino… Tal vez se les averió una llanta, o se quedaron encajados en la tierra… Solo eso.”
    Volvió a mirar al frente, inspirando profundo y tratando de calmarse. Si, seguro solo había sido eso. Pero de todas formas… si habían tomado su matrícula, iba a estar en problemas.
    “La has cagado, Emma… y ahora esa perra de Janice tiene una buena excusa para indisponerte con tu padre. Se la has servido en bandeja, estúpida. Buena la has hecho…”
    Estuvo a punto de echarse a llorar otra vez, pero se contuvo. Lo que necesitaba era salir de allí de una vez, ir a un lugar tranquilo para descansar y serenarse.
    “Bev…”, pensó de inmediato.
    Con cuidado, puso el auto en marcha nuevamente, y esta vez a una velocidad normal, puso rumbo a casa de su amiga mas íntima… de su única amiga, en realidad.
    Un poco mas relajada, imaginando que había pasado lo peor, al menos hasta que su padre volviera y se enterara de todo.
    Pero sin saber que en realidad, lo peor estaba por venir. Que lo “peor” estaba allí atrás… donde había sucedido un desastre.



    ******



    No habría forma. Nunca en la vida ese momento, ese exacto momento, se borraría de su mente. El momento en que Maureen se dio la vuelta para ver hacia el asiento trasero, y dijo suavemente.
    -Está dormido…
    Y él también se había volteado a mirar, tranquilo de despegar sus ojos de la carretera, porque estaba desierta. Tommy estaba dormido, efectivamente, con su cabeza colgando a un lado, y…
    -Demonios, porque tiene el cinturón suelto?-se había preguntado, volviendo la mirada al frente.
    Estaba completamente seguro de haberlo ajustado bien… o había sido Maureen?
    -Ya lo arreglo…-respondió ella, desabrochando su propio cinturón.
    -Espera a que me orille.
    -No hace falta, Will. Estamos solos, no hemos visto ni un alma en mas de una hora. Lo arreglo en un segundo, tú sigue conduciendo.
    Y no hubo discusión. No se le ocurrió que pudiera ser peligroso, si efectivamente, no había nadie ni adelante ni detrás de ellos, ni nadie venia en sentido contrario. Así que Maureen se dio la vuelta, arrodillada sobre su asiento, para asegurar el cinturón del niño.
    Y esa era la última imagen… Cuando la miro por un segundo… o dos, o tres… quien sabe. Pero solo fue un instante. Recordaría claramente la curva de su cintura, como sus pechos se apretaban contra el apoyacabezas, y la cascada de su pelo castaño tapándole la cara. Y el rostro de su niño dormido, inocente, hermoso…
    La última imagen de una vida perfecta, antes de percibir por el rabillo del ojo algo rojo, y hacer una maniobra para esquivarlo y no estrellarse contra eso. La última imagen, antes que toda su vida se fuera por el barranco, igual que su auto.


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    Janice,de qué vas?!!! qué pesadita eres, tía! :angry: Tú eres la culpable!
     
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